sábado, 16 de julio de 2016

Soles - María A. Mónaco




Soles

Soles hambrientos de arena.
La huella del día nos separa.
Ni acá, ni a mitad de la vida:
un poco más lejos de la roca
que cargamos en el bolsillo.
Día a día, el viento salino crece
y espera mojarnos el pelo de rocío.
Pero el momento no llega.
Los satélites giran como dioses
que tiempo atrás enloquecieron.

María A. Mónaco

sábado, 7 de mayo de 2016

Curso de Escritura Poética - Nueva Edición


Nueva Edición del Curso de Escritura Poética - Inicia 15 de Mayo de 2016. Prof. María A, Mónaco.
Mas información ver en:


Curso de Escritura Poética - María A. Mónaco



Imagen: by Joanna Kosinska

jueves, 31 de marzo de 2016

Dios no lo sabe - José Ángel Buesa



Dios no lo sabe, pero yo estoy triste
Como los viejos pozos en la tarde;
Triste como el portón de la herrería
Que hace cien años que no ha abierto nadie.
Ya le encuentro sabor de sed al
Agua, viendo crecer un trigo miserable;
Y todo se me va con el otoño,
Pero Dios no lo sabe.

Dios no lo sabe, porque está allá arriba,
Y yo acá abajo, triste a mi manera;
Yo, que ya sé lo que no dice el viento
Y de qué modo hay que pisar la yerba.
Dios no lo sabe, pero yo lo digo,
Solo en la noche, solo en la tristeza,
Y eso que sé que nada cambiaría
Aunque Dios lo supiera.

Yo sé el camino del que sigue andando
Derechamente hacia ninguna parte,
Y ese lado del tiempo donde hay nieve
Para el pequeño amor que llega tarde.
Yo sé cómo se cierra cada puerta
En el anochecer de cada calle;
Y sé que hay un sol negro que da sombra,
Pero Dios no lo sabe.


Yo sé del hacia abajo en las raíces,
Sin hacia arriba, hacia la primavera;
De la lluvia que llueve y ya no es lluvia
En la arena que sigue siendo arena.
Dios no lo sabe, y nada cambiaría,
Nada, por más que un día lo supiera.
O tal vez Dios lo sabe,
y está triste sin que nadie lo sepa.

viernes, 22 de enero de 2016

Silencio - María A.Mónaco



Silencio

Colgado de bruma marina se pasea
en la ciudad perdida de mi mente.
Estampado invisible del mantel.
Diapasón de la noche que no muere.
Habito el horror de este silencio
en los mástiles de un viejo bote
que se lleva el arlequín del día.
Nadie mira un pájaro sin voz
atrapado en la punta de una rama

María A. Mónaco