Soles
Soles hambrientos de arena.
La huella del día nos separa.
Ni acá, ni a mitad de la vida:
un poco más lejos de la roca
que cargamos en el bolsillo.
Día a día, el viento salino crece
y espera mojarnos el pelo de rocío.
Pero el momento no llega.
Los satélites giran como dioses
que tiempo atrás enloquecieron.
María A. Mónaco
Todo llegará, amiga María. Lindo poema, como es natural en ti.- Un abrazo
ResponderEliminarUn poema con mucha fuerza. Con pocos versos construyes algo sublime. Un abrazo.
ResponderEliminarMe resulta un poema bien logrado, amiga. Buen ritmo y belleza de imágenes.
ResponderEliminarBeso