A Rafael I.
Ocaso encendido
Tus palabras se vuelcan en la escena
sin ninguna complacencia
con la finitud del mundo,
con la medida dada,
con los tonos de las sombras conocidas.
Tu inquietud galopa como roja madrugada
que se contempla desde un puente.
Aquí y Mas Allá se desvanece
toda voluntad de entendimiento:
los sueños liberados son la esencia
del ojo que se posa.
No importa el ayer ni su abstracto pergamino.
El viento ha rotado hacia el ocaso encendido.
Acaso nunca serás (ni seré) un poeta domesticado.
María A. Mónaco
18-10-2012
Hermoso ocaso de poetas libres.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias María José por llegar hasta mi poema y dejarme tu impresión, un abrazo!
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